31 octubre 2007

La Ruluda


-Hola?

-Hola

-Hola...

-Llueve bastante, nos vamos juntos?

-Hoy es la presentación del último auto de Ford, si no llueve mucho yo voy para ahí.

-Pero dijiste...

-Llueve mucho?

-Creería que sí, no sé.

-Bueno

-Estoy enferma, creo. Voy con vos. Llueve.

-Ya estás desocupada?

-Si.

-Bueno, vos fijate de llegar a casa, yo voy a tratar de ir a eso.

- Buenochautututututututututututut.

24 octubre 2007

La Maestra


ángulo rectángulo
yo
caída del imperio romano
yo
llanuras y quebradas
yo
necrosis mitocondrial
yo
sujeto tácito

12 octubre 2007

Barco de papel

Me repetía a mi misma incansablemente cuanto me quería ir, pero no me iba.
-"Los llevo?" pregunté. "No Gracias", respondieron, -"Los llevo, no me cuesta nada". No me había dado cuenta de que querían intimidad, que querían llegar al departamento de ella, bajarse del taxi, buscar alguna película que haga de fondo y hacer esas cosas que hacen dos adultos jóvenes en una cama matrimonial. Pero como me quería ir, los obligué a subir al auto y en un acto de imprudencia aceleré en medio de la lluvia. Cuando se bajaron me di cuenta. Les pedí disculpas en voz baja y me fui a la fiesta. Creí que si me iba a mi casa, la angustia no me iba a dejar dormir.
No sé porque pensé que me iba a ayudar estar con gente, será porque en general me funciona bien, las personas a mi alrededor son como drogas, de esas que hablan en los medios que los adolescentes consumen para olvidar.
En un principio si, relatar la situación me relajó un poco, pero como me había pasado la noche rechazando cualquier tipo de estimulantes y la tos no me daba tregua, solo pensaba en una frazada sobre mi espalda. Claro que quería un cuerpo tibio que me ayudara a recuperar la salud, pero como estaba mi vida últimamente debía conformarme con la bolsa de agua caliente. El problema es que estaba siendo rehen en medio de una tormenta -inusual para la época- y no era muy seguro manejar 15 km en esas circunstancias.
Mientras él se sonaba la nariz en el cuarto de al lado me puse a conversar con ella pero no pude explicarle que lo que me molesta de él no es él si no lo que produce en las otras personas. Que hasta me cae bien, pero ¿por qué dejan que monopolice la conversación? y sobre todo que lleve las cosas para donde él quiera.
Intentaba transmitirle eso cuando el cuadro de situación cambió: llegó y comenzó hacer preguntas sobre veterinaria, tenía una mascota nueva y le pedía consejos prácticos. Me fui al baño y su voz gruesa y masculina resonaba en toda la casa. Salí y le hice señas. No me vio.
Agarré la campera de jersey, di un beso seco a todo el mundo y me fui a navegar por la avenida.