26 enero 2008

Heath Ledger

El sánguche triangulito de jamón y queso no quería pasar a mi estómago hambriento; quedaba atrapado en el paladar y debajo de la lengua que buscaba lubricarse con largos sorbos de jugo multifrutal que en otra ocasión hubiera bebido con desagrado.
Peleamos toda la noche y nos fuimos a dormir enojados, tuvimos de esas discusiones en donde uno reclama una cosa y el otro automaticamente entiende algo mucho que peor de lo que el otro dijo, y retruca algo muy terrible que hace que el otro se vuelva aún más loco:

-No tenés consideración, no pensás en los demás!

-Pensás que estaba bien, que me sentía feliz de haber llegado a esa hora y no encontrar a nadie??, el viaje fue un infierno!!

-Para qué me decís eso, para hacerme sentir mal, para hacerme sentir culpable??

-Te digo para que veas que no soy un sádico perverso. Dejá de manipularme de esa manera! Ya te pedí disculpas veinte veces!

-Pelotudo.

Por la noche y después de tanto enojo soñé que un pulpo gigante me asfixiaba en medio de una batalla tardo medieval, los dragones sobrevolaban el cielo y esquivaban bombas de cañones primitivos.

Esa mañana nos despertamos tarde. Malhumor. Se demoró en la panadería, discutimos otra vez.
Las mariposas se estrellaban contra el parabrisas del auto, un gran Escania obligaba a bajar la velocidad, volante hacia la izquierda, combi de frente, volante hacia la derecha. Silencio. Volante hacia la izquierda, nadie, espejo lateral, nadie. Volante hacia la derecha, acelerador, noventa, cien, ciento diez, ciento veinte, juego de luces y volante a la derecha. Ciento diez.

El silencio puede ser stressante.

-Sabés quien murió?
-Quién
-Heath Ledger